Las huellas representan los rastros sobre el sedimento blando del suelo de una exploración de un pequeño grupo de personas hace entre 4.600 y 4.200 años. Dataciones realizadas en las galerías de acceso a dicho yacimiento documentan un tránsito intenso durante el Neolítico, Mesolítico y Paleolítico Superior confirmando la reiteración de las visitas a este gran complejo de cavidades a lo largo de la Prehistoria.

La prestigiosa editorial Springer Nature acaba de publicar una monografía que reúne 22 capítulos dedicados a la investigación y análisis de los principales rastros de huellas humanas prehistóricas conservados en el mundo. El Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH) ha participado en el capítulo 17, que trata sobre las improntas de pies descalzos conservadas en el sedimento blando del suelo de la Cueva Palomera del Complejo Kárstico de Ojo Guareña (Merindad de Sotoscueva, Burgos).

Estas huellas, asignadas a rastros dejados por unos diez individuos que exploraban las cavidades hace entre 4.600 y 4.200 años, fueron descubiertas en 1969 por el Grupo Espeleológico Edelweiss (GEE) en el yacimiento de la Sala y Galerías de las Huellas, a unos 1.200 m de la entrada de Cueva Palomera. La fragilidad de las huellas y su entorno fue el motivo por el que su estudio no pudo abordarse y se haya tenido que esperar hasta el desarrollo de las nuevas técnicas de teledetección no invasivas para llevarlo a cabo.

“Gracias a los escaneos 3D y la fotografía digital, en combinación con técnicas GIS, hemos podido realizar la minuciosa identificación de más de 1.200 improntas humanas en este yacimiento”, explica la arqueóloga Ana Isabel Ortega, investigadora del CENIEH y de la Fundación Atapuerca que lidera este estudio.

Datación por carbono 14

Este estudio incluye además una batería de dataciones por Carbono 14 de restos de antorchas localizados tanto en el itinerario de la Sala y Galerías de las Huellas, en el que se conservan las improntas de las pisadas humanas, como en las galerías de acceso hacia las mismas: el sector del Laberinto Otilio, la Sala Negra y las laterales de la Galería del Cacique.

“La excepcionalidad de estas incursiones se debe a la complejidad del acceso. El estudio de la ruta tomada por los exploradores y sus senderos está permitiendo profundizar nuestro conocimiento del uso del mundo subterráneo en la Prehistoria y especialmente el uso de la zona oscura como parte de la exploración hacia el paisaje simbólico y social”, señala Ana Isabel Ortega.

De las muestras datadas, seis se corresponden con los itinerarios en los que se conservan las improntas de pies descalzos, con fechas comprendidas entre 4.600 y 4.200 años (Calcolítico). Sin embargo, en los conductos de acceso, el rango cronológico se amplía notablemente. Aparte de dos fechas calcolíticas situadas en el acceso inmediato a la Sala de las Huellas, se han documentado cuatro muestras comprendidas entre 6.600 y 6.200 años (Neolítico) y tres muestras entre 7.800 y 7.700 años (Mesolítico). La datación más antigua proporciona una fecha de unos 19.000 años (Paleolítico Superior).

“El avance de las investigaciones prehistóricas en Ojo Guareña va confirmando la intensa y reiterada utilización del mundo subterráneo en la Prehistoria”, concluye Ana Isabel Ortega.

Financiación

La Dirección General de Patrimonio Cultural de la Junta de Castilla y León financia las investigaciones llevadas a cabo en estos últimos años y las materializa a través de diferentes convenios con la Fundación Atapuerca. La Diputación Provincial de Burgos ha apoyado la exploración y topografía realizadas previamente en Ojo Guareña por el Grupo Espeleológico Edelweiss, en el marco de las cuales se descubrieron los yacimientos arqueológicos que ahora se están estudiando.